Antioquia habla de Economía del Cuidado

 

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Te has detenido a pensar, ¿qué pasaría si no se llevaran a cabo las labores de limpieza en tu hogar, si no compraras y procesaras los alimentos que consumes a diario o simplemente no organizaras la ropa que te pones cada día?

¿Y si no existieran labores como la enfermería, la educación, gastronomía y hotelería, entre otros trabajos?

Queremos fomentar conversaciones en Antioquia sobre la Economía del Cuidado, para eso, es necesario conocer, aprender y apropiar algunos términos que nos permiten reflexionar sobre la importancia de ciertas labores que han sido invisibles pero necesarias en el desarrollo de nuestro día a día; que son tan importantes como cualquier otra labor que capta toda la atención en términos de reconocimiento económico, de estatus o de cualquier otra índole.

 

¿Qué es el cuidado?

El cuidado es una función social que, por medio de diferentes acciones y prácticas nos generan bienestar durante el ciclo vital humano, donde todas y todos somos interdependientes, requiriendo diferentes niveles de apoyo en momentos particulares de nuestras vidas. El concepto de “Cuidado” hace referencia a todas las relaciones humanas necesarias para el bienestar de las personas y el entorno. De forma general, se define como “todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar el mundo en el que vivimos, haciéndolo lo mejor posible” (Tronto, 1993, p. 103 en Esquivel, Faur & Jelin, 2012, p. 17)

¿Qué es la Economía del Cuidado?

La Economía del Cuidado es una propuesta de la economía feminista que busca explicar, problematizar y transformar las desigualdades de género entre hombres y mujeres, a partir del análisis económico y de género de la vida cotidiana con relación al trabajo productivo y reproductivo. En Colombia, la Ley 1413 de 2010, la define como el trabajo no remunerado que se realiza en el hogar, relacionado con mantenimiento de la vivienda, los cuidados a otras personas del hogar o la comunidad y el mantenimiento de la fuerza de trabajo remunerado. El DANE reconoce la economía del cuidado como la producción, distribución, intercambio y consumo de los servicios de cuidado.

¿Qué es el trabajo de cuidado?

El trabajo de cuidado es el conjunto de actividades necesarias para proveer bienestar a las personas; “comprende todas las actividades no remuneradas que se realizan en el hogar, relacionadas con el mantenimiento de la vivienda, los cuidados a otras personas del hogar o comunidad y el mantenimiento de la fuerza de trabajo remunerado” (Tribín, Ramírez, Mojica, Santamaría, Tenjo, & Camelo, 2021). Puede considerarse como una labor remunerada o no, y puede realizarse dentro o fuera de los hogares. El cuidado como trabajo Se comprende el cuidado como trabajo porque hace parte y contribuye a los procesos de producción y reproducción de la sociedad. Es un trabajo que tiene como objetivo generar bienestar y garantizar la sobrevivencia de las personas a lo largo del curso de vida. Las labores del cuidado generan riqueza, implican la planeación y ejecución de actividades y tareas, por tanto la inversión de tiempo y esfuerzo, por tanto son un trabajo.

¿Qué es el trabajo de cuidado no remunerado?

Es el trabajo de cuidado que se hace gratis, sin ninguna remuneración. En general, es el que se hace en redes de confianza, afinidad o parentesco por parte de familiares, amistades, vecinas y vecinos. “El trabajo de cuidados no remunerado realiza una contribución importante a las economías de los países, así como al bienestar individual y de la sociedad. Las cuidadoras y cuidadores no remunerados satisfacen la gran mayoría de las necesidades de cuidado en todo el mundo. Sin embargo, su trabajo de cuidados no remunerado sigue siendo mayormente invisible y no reconocido” (OIT, 2018, p: 3.) Este trabajo de cuidado no remunerado, incluye los servicios domésticos, personales y de cuidados generados y consumidos dentro del propio hogar, por los que no se percibe retribución económica directa. Esta categoría de trabajo es de fundamental importancia económica en una sociedad. (Artículo 2 de la Ley 1413 de 2010)

¿Qué es el trabajo de cuidado remunerado?

Es aquella labor de cuidado a través de servicios por la cual se recibe una remuneración. El trabajo de cuidado remunerado tiene muchas formas: contratación directa por parte de hogares, servicios públicos de cuidado, el trabajo asalariado de cuidado contratado por una empresa, por ejemplo, a una persona aseadora, entre otros. El trabajo relacionado con el cuidado es una fuente de empleo importante en todo el mundo, especialmente para las mujeres (OIT, 2018).

¿Qué es el cuidado indirecto?

El cuidado indirecto hace referencia a los trabajos de cuidado sin relación directa con las personas que requieren cuidados, en relación al mantenimiento habitacional de los hogares o comunidades (trabajos domésticos). Se puede materializar en acciones como la limpieza del hogar, la preparación de los alimentos, las compras para el hogar, entre otras.

¿Qué es el cuidado directo?

El cuidado directo hace referencia al grupo de tareas que implican la interacción entre personas o de atención directa hacia alguien que lo demanda. Entre los ejemplos están el cuidado de niños y niñas, de personas con discapacidad, de adultas mayores o de personas que estén enfermas (ONU Mujeres, 2018; Rodríguez, 2015).

¿Qué es la gestión del cuidado?

Son las acciones necesarias para realizar el trabajo de cuidados indirecto y directo como la compra de alimentos, de medicamentos, la planificación de los cuidados de la persona que los demanda (organizar horarios de juego, de descanso, de suministro de alimentos) y la vigilancia del cumplimiento de los planes. Aunque es incierto el tiempo que consumen, pueden suponer una fuerte carga mental y emocional.
 

 

  • Si el trabajo de cuidado se remunerara significaría el 20% del Producto Interno Bruto del país.

 

El trabajo de cuidado: una responsabilidad compartida.

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Conoce el diamante del cuidado

La organización social del cuidado involucra al menos a cuatro agentes: Estado, mercado, familia y comunidad. Cada uno posee responsabilidades y niveles de participación diferentes.

 

La responsabilidad del Estado es proveer una oferta de cuidado suficiente, además de regular y articular los servicios de cuidado públicos y privados.
El mercado, la comunidad y las familias están relacionados con la provisión de servicios de cuidado. 
La distribución del cuidado entre estos actores genera mayor bienestar social, y libera tiempo que es dedicado al cuidado no remunerado, en particular para las mujeres.

En Colombia prevalece un modelo de cuidado familiarista, es decir, que las responsabilidades de cuidado recaen sobre todo y de manera desproporcional en las familias, con arreglos informales y con una carga mayor sobre las mujeres. 

Aún son incipientes los trabajos de cuidado asumidos y apoyados por el Estado, por el mercado y por los hombres que conforman las familias.

El Diamante del cuidado permite revisar y comprender la organización social del cuidado, evidenciar cómo los estamentos (Estado, mercado, familia y comunidad) y los actores sociales (familiares, vecindad, profesionales y gobernantes) interactúan para proveer servicios de cuidados en los diferentes momentos del curso de vida de una persona, que son materializados por entidades de orden público, privado y mixto.

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Conoce las 5 R de la Economía del Cuidado

 

Las desigualdades en el trabajo de cuidados no remunerado y en la fuerza de trabajo están estrechamente relacionadas. No pueden realizarse progresos sustantivos en la consecución de la igualdad de género en la fuerza de trabajo, si no se afronta en primer lugar la desigualdad en la prestación de cuidados no remunerada a través del reconocimiento, la reducción y la redistribución de estos, entre las mujeres y los hombres, así como entre las familias y el Estado. 

Las políticas de cuidado son políticas públicas que asignan recursos para reconocer, reducir y redistribuir la prestación de cuidados no remunerada en forma de dinero, servicios y tiempo. 

Abarcan la prestación directa de servicios de cuidado, tanto infantil como de personas mayores, y transferencias y prestaciones de protección social relacionadas con los cuidados destinados a los trabajadores y trabajadoras con responsabilidades familiares o de cuidado, a las cuidadoras y cuidadores no remunerados, o a las personas que requieren cuidados. También incluyen infraestructura pertinente para el cuidado, que reduce el trabajo para las mujeres, como recolectar agua y proporcionar servicios de saneamiento y provisión de energía. Comprenden asimismo normas laborales, como políticas relativas a las licencias y otras modalidades de trabajo favorables a la familia, que permiten conciliar mejor el empleo remunerado con el trabajo de cuidados no remunerado” (OIT, 2018:10)

 

  • Reconocer:

    Hacer visible y revalorizar el trabajo de cuidados como un bien común, como derecho y libertad. El cual es fundamental para el bienestar de las sociedades y para el funcionamiento de la dinámica productiva, tanto como bien prestado al interior de los hogares, y en ellos por las mujeres, como desde su consideración de sector económico de empleo decente en pleno auge.
  • Redistribuir:

    Significa pasar de una visión de responsabilidad privada del cuidado a una compartida socialmente con participación de todos los agentes del diamante del cuidado: Estado, familia, comunidad y mercado. Distribuir de manera más justa y equilibrada el trabajo de cuidados no remunerado y las responsabilidades domésticas entre mujeres y hombres. En decir, construir una narrativa de responsabilidad colectiva del cuidado, con protagonismo del Estado.
  • Reducir:

    Ampliar la oferta pública y privada de cuidados desde un enfoque de derechos (el derecho a los cuidados como derecho clave de la ciudadanía), un enfoque de género y de inclusión social (Accesibilidad) basado en los principios de igualdad, ajuste razonable, universalidad y solidaridad para cubrir la alta demanda de cuidados que asume actualmente las mujeres y así reducir la carga del trabajo no remunerado que ellas soportan en los hogares desproporcionadamente (ONU Mujeres, 2018). Teniendo en cuenta que el trabajo de cuidado hace parte de las cadenas de valor económicas, la reducción del trabajo de cuidados no remunerado y el ajuste de las políticas laborales de las personas que son cuidadoras tanto para hombres como para mujeres pasa por crear y ampliar licencias, propiciar el trabajo parcial, el teletrabajo, permitiría una redistribución del cuidado equitativa al interior del hogar y la disminución de la desigualdad de tiempos dedicados a este trabajo.
  • Remuneración / Retribución:

    La infravaloración histórica o simplemente, la falta de reconocimiento del trabajo realizado por las mujeres ha sido la razón principal para la carencia objetividad y justicia en la retribución del valor al trabajo de cuidado, elemento necesario y lógico del establecimiento del principio fundamental de la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor. Se hace necesario entonces, comprender el aporte del trabajo de cuidado en la economía y su retribución justa a quienes lo realizan.
  • Representación:

    El trabajo decente plantea como parte del derecho fundamental al trabajo, el ejercicio de asociación y por tanto a tener voz y representación propia de las personas trabajadoras de cuidado, exigir ante estamentos estatales y sociales los derechos conexos al trabajo y condiciones justas. En Colombia son varias organizaciones sindicales de este tipo que tienen una larga trayectoria en la representación y defensa de los intereses laborales y sociales dentro del trabajo de cuidado, especialmente las trabajadoras domésticas y las madres comunitarias. Pero es necesario también identificar y promover más asociaciones de personas cuidadoras que pongan su voz en la creación y seguimiento a políticas, inversiones, programas y la agenda pública de la economía de cuidado en los territorios.
 


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